Pensé que estaba completamente convencido sobre Bitcoin. Hasta que fui a McDonald's esta noche. Nada te sacará el fiat de tu sistema más rápido que estar en la fila a las 10:47 p.m. detrás de una mujer con pantalones de pijama de Looney Tunes, gritando en su iPhone 6 sobre "los beneficios SNAP que no llegan". El niño a su lado está bebiendo Hi-C Naranja, y su novio - con un tatuaje de un Spongebob derritiéndose en su pantorrilla - acaba de cambiar dos cigarrillos sueltos por un McDouble extra. El aire huele a aceite de freír, sueños rotos y el fantasma de la clase media. El cajero, que lleva un sombrero de papel tan flácido que parece un billete de Argentina, acaba de preguntar si quiero redondear para caridad, como si mi pedido de $19.14 por comida "de valor" no fuera ya un crimen de guerra contra mi billetera. La máquina de McFlurry está "fuera de servicio" (siempre está fuera de servicio), pero hay un Samsung de 72 pulgadas reproduciendo repeticiones de Fox News sobre el sonido de un niño tosiendo una porción de papas fritas. Un tipo está haciendo FaceTime en el baño, discutiendo con su oficial de libertad condicional. Mientras tanto, miro las pegatinas de Monopoly en mi bandeja, pequeños recordatorios de que el fiat siempre fue solo un juego para la casa. ¿Bitcoin soluciona esto? Amigo, Bitcoin es la única salida de esta simulación cósmica del infierno fiat. Y es solo cuando ves a Ronald McDonald en una neblina de neón, vendiendo hamburguesas de 1400 calorías a crédito, que te das cuenta: El fiat ya está hiperinflacionado. Solo estamos viviendo en el resplandor manchado de grasa.