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Gavin de Becker advirtió que el mayor peligro no es la desinformación, sino que las personas ya no escuchan cuando realmente importa. Reflexionando sobre el colapso de la confianza pública durante el COVID, señaló que la gestión gubernamental de la política de vacunas ha erosionado profundamente la credibilidad. De Becker observó que más del 90% de los padres se negaron a administrar la vacuna COVID a los bebés, y casi nadie está siguiendo el calendario de refuerzos en evolución de los CDC.
Invocó a la Dra. Bernadine Healy, exjefa de los NIH, quien una vez instó a que los investigadores estudiaran a los niños que realmente desarrollan efectos secundarios severos como autismo o inflamación cerebral, algo que los NIH nunca han hecho. De Becker lo comparó con investigar accidentes de avión: cuando uno se estrella, se analiza cada detalle para prevenir otro. Sin embargo, con las vacunas, dijo, las autoridades de salud pública solo se centran en los vuelos que aterrizan de manera segura.
"Es impactante", observó, "que la institución de investigación más financiada del mundo nunca haya examinado al grupo que puede haber sido dañado." Criticó la falta de estudio de las vacunas de manera colectiva, argumentando que la medicina no debería ser tratada como ingredientes individuales en una receta; es la combinación lo que importa.
De Becker cuestionó mandatos como el de administrar la vacuna del VPH a niños de nueve años, diciendo que la ciencia debería seguir la evidencia, no la ideología. Su mensaje fue claro: la verdadera seguridad exige transparencia, responsabilidad y el valor de hacer las preguntas que la mayoría de las instituciones se niegan a tocar.
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