Las 'reglas' de política exterior son una tontería. Siempre estamos solos, en nuestro propio momento, y los modelos del pasado pueden desviarnos. El 'realismo', por ejemplo, intenta aplicar principalmente las lecciones de Bismarck a la actualidad. Pero no se puede asumir que China es como Alemania y que avivará un conflicto con Occidente, o porque Atenas y Esparta tuvieron un conflicto vagamente familiar. Históricamente, China ha intentado ser un hegemón regional y no ha invadido un vecino desde 1979, cuando atacó Vietnam, logró poco y luego se retiró. La larga cultura e historia de un lugar es al menos tan importante como un modelo ideado en una universidad. Un gran punto ciego de la diplomacia occidental es seguir estos 'modelos' sin conocimiento histórico, social o incluso lingüístico de los posibles 'rivales'. Y los intentos tendenciosos de 'igualar' a esos rivales podrían crear las condiciones que predicen los modelos. Pero si intentas cerrar un trato primero, podría funcionar. Realmente no podemos saberlo en Estados Unidos porque siempre asumimos lo peor, provocamos todo lo posible y luego tomamos las reacciones de los rivales como confirmación de las suposiciones iniciales.