A pesar de que todos nos odiábamos, había un verdadero sentido de camaradería al decirle a una *persona real* que estaban construyendo cosas inútiles. Nosotros, los que estábamos en la línea de los espectadores, le decíamos a los fundadores que sus ideas eran terribles y ellos respondían que si tuviéramos mejores ideas no estaríamos pasando todo el día lanzando insultos en Twitter, y tendríamos que conceder que ese es un buen punto, éramos igualmente miembros inútiles de la sociedad. Fue realmente bastante conmovedor para todos. Los bots realmente nos han quitado eso. El entusiasmo se ha ido, es difícil incluso reunir un poco de energía para gritarles a los diseñadores de mecanismos. ¡Triste!