Cuanto más viejo me hago, más me doy cuenta de que las pequeñas cosas no son pequeñas en absoluto. Una mañana tranquila. Un paseo que despeja tu mente. Una risa con tus seres queridos. Una canción que te conmueve. Una tarde tranquila. Un momento silencioso de apreciación. Al final, las pequeñas cosas son las grandes cosas.