Es muy simple y perfectamente evidente. No estarán contentos hasta que los restos de soldados estadounidenses regresen de Irán. Lo intentaron a principios de este año, y todos los que merecen la pena escuchar te advirtieron que solo era un primer paso. Seamos claros: una guerra contra Irán no sería una promesa electoral rota por parte de Trump, sino una traición absoluta en el nivel más fundamental de todos los que se atrevieron a creer en él.