¿Sabes cuál es la mejor parte de ser un Bitcoiner? Ya no pretendes. Dejaste de pretender que tu jefe es un "mentor." Dejaste de pretender que tu novia respeta tu trabajo. Dejaste de pretender que las acciones son "propiedad." Dejaste de pretender que tu Roth IRA importará en 40 años. Dejaste de pretender que la guerra está "allá afuera." Dejaste de pretender que tu vida estaba bien. Rompiste el hechizo. Leíste "La criatura de Jekyll Island" a las 2 a.m. y no pudiste dormir. Vimos a Saylor en Tucker y sentiste que tus ancestros se movían. Te sentaste en tu apartamento de una habitación con una laptop, un café negro frío y una pantalla de iPhone rota, mirando al vacío, dándote cuenta de que estás en una servidumbre digital. No compraste Bitcoin por ganancias. Lo compraste porque tu papá pasó 40 años en una fábrica y aún no pudo jubilarse. Porque tu banco marcó una transacción de $600 en Venmo como si fueras Pablo Escobar. Porque un hombre en traje en CNBC te dijo que la inflación era "transitoria" mientras los huevos alcanzaban $8.49. Porque viste a una generación reírse de la masculinidad mientras suplicaban al gobierno por ayuda con el alquiler. Bitcoin no solo cambió tu portafolio. RECONFIGURÓ tu ALMA. Ahora comes carne. Levantas pesas. No confías en nadie con un cordón. Valoras el tiempo, la energía, la libertad y la verdad. Y por primera vez en tu vida, te sientes peligroso de nuevo. Bitcoin no te hizo rico. Te hizo soberano. Y eso es por lo que nunca te perdonarán.